El MUNICIPIO
El municipio de Torremocha se
sitúa entre las comarcas de Montánchez y Tamuja y Los Llanos de Cáceres. Esta
privilegiada situación le permite ocupar el centro de un hipotético triángulo
equilátero en cuyos vértices se situarían tres de las más importantes ciudades
de la región, desde el punto de vista histórico, artístico y cultural: Cáceres,
de la que apenas la separan 23 kilómetros, Trujillo, que dista a 48 kilómetros,
y Mérida, situada a 60 kilómetros de Torremocha.
Con una extensión en kilómetros
cuadrados de 63,83 km2., Torremocha se sitúa entre los 39º 20' 48'' de latitud
norte y 6º 10' 17''de longitud oeste, a una altura sobre el nivel del mar, en
metros, de 440 m. En la actualidad, el municipio cuenta con un total de 1.139
habitantes, a los que se denomina "torremochanos".
Se trata de una localidad
desmochada por la rebelión de algunos nobles contra los Reyes Católicos, que
acabaron de este modo con su poder tomando hasta los maestrazgos de las órdenes
militares.
En la comarca aún quedan restos
de los pueblos que se establecieron en sus orígenes: celtas, vetones y
lusitanos. También dejaron testimonio de su presencia romanos y árabes.
Torremocha fue una villa de la Encomienda de Montánchez (siglo XVI), que
dependía del Priorato de San Marcos de León, con sede en Llerena. Aunque no fue
hasta el año 1631 cuando alcanzó su autonomía tributaria y jurisdiccional.
GEOGRAFÍA Y ESPACIOS NATURALES
La dualidad del territorio
(sierra y penillanura) es uno de los argumentos más comunes a la hora de
definir físicamente a la comarca. Se comparten dos realidades territoriales
distintas aunque un mismo modo de vida rural.
El paisaje de la comarca encierra
una trilogía morfológica: estepa, sierra y dehesa, en los que perviven
comunidades biológicas distintas y complementarias, escasamente alteradas dado
el uso extensivo que se hace del territorio.
De nordeste (Santa Marta) a
suroeste (Valdefuentes) se extiende una extensa banda de terrenos esteparios
afectada por una figura de protección ambiental llamada ZEPA (Zona de Especial
Protección para las Aves), incluida en el área de los Llanos de Cáceres. En
este territorio se encuentra toda una pléyade de aves esteparias como gangas,
sisones, aguiluchos cenizos y avutardas. Es un paisaje abierto y peniaplanado,
carente de vegetación arbórea, en que se alterna el posío donde pasta el ganado
vacuno y lanar, el barbecho y el labrantío de cereales. Este paisaje sufre
fuertes alteraciones estacionales así, la pradera de otoño-invierno se
transforma en un vergel durante la primavera y el sofocante verano cierra el
ciclo dando al terreno el aspecto ralo y estepario característico.
La dehesa tiene lugar de asiento
en el piedemonte serrano y en los riberos. Pueden dibujarse dos grandes manchas
adehesadas que de sur a norte, remontando los cursos del Salor y del Tamuja,
confluyen en la sierra. La especie arbórea dominante en la dehesa es la encina
(algunos ejemplares como "La Encina Terrona"). No obstante no es raro
encontrar manchas de alcornoques en la vertiente de umbría de la Sierra de
Montánchez, más expuesta a las precipitaciones, aunque su presencia casi
siempre responde a factores edáficos (afloramiento de agua o zonas de terrenos
arcillosos con mayor capacidad de retención). Si bien la dehesa ya no sirve de
montanera a la preciada raza porcina ibérica, sí mantiene una ganadería vacuna
con demasiada tendencia a la hibridación de razas foráneas en detrimento de las
razas autóctonas de vacas retintas, negras avileñas y moruchas.
En las dehesas prolifera la fauna
y la flora más apreciada y representativa dentro del monte mediterráneo. La
dehesa es valorada por los asistentes como el paisaje característico de la
comarca, al que se le conceden enormes potencialidades turísticas y
agroganaderas. Es también un reservorio de especies vegetales ya que contiene
un sinfín de plantas silvestres y aromáticas con interesantes posibilidades
productivas.
La sierra es el tercer gran
componente paisajístico de la comarca. Se localiza fundamentalmente al sur de
la misma, con la excepción de la Sierra del Risco, que forma parte de un
sistema orográfico distinto, el del círculo montañoso que rodea a la capital
cacereña. Las alineaciones del sur, en cambio, corresponden a la porción
centroextremeña de los Montes de Toledo y configuran la divisoria de aguas de
las cuencas del Guadiana y del Tajo. Las sierras del sur se forman por la emergencia
de un potente batolito granítico. Poblaciones como Arroyomolinos y Valdemorales
trasponen la cuenca del Tajo y conforman parte de la cuenca alta de la
Depresión del Guadiana.
La altura máxima supera los 900
metros y es el factor que introduce en el paisaje ricos matices: presencia de
una vegetación de hoja caduca más propia del bosque húmedo mediterráneo
(robles, castaños, brezos y helechos), dualidad umbría/solana y abancalamiento
de los cultivos. Desde determinados puntos de la sierra es posible contemplar a
la vez la fértil Vega del Guadiana y la inmensidad de la Penillanura
Trujillano-Cacereña.
En la sierra localizan los
asistentes algunos de los principales atractivos turísticos de la comarca,
siendo calificados ciertos parajes como lugares vírgenes para el turismo rural:
Garganta de los Molinos en Arroyomolinos, Robledo en Montánchez, Sierra
Centinela en Alcuéscar, Sierra de Cancho Blanco en Zarza, umbría de la Sierra
de San Cristóbal en Valdemorales, Sierra del Risco en Sierra de Fuentes; accesibles
desde intrincados caminos rurales, cordeles y veredas, muy aptos para un
turismo verde y activo.
Esta variedad paisajística y la
escasa presencia del hombre posibilitan la existencia de una gran variedad de
especies cinegéticas tanto de caza menor (perdices, tórtolas, palomas, conejos
y liebres) como de caza mayor (manchas más inexpugnables del río Aljucén y la
Sierra de la Parrilla).
El agua represada es también un
recurso para la pesca y para el ocio. La cola del Pantano del Salor destaca por
los ciprínidos y por las actividades de recreo, el Pantano del Gallo, la Presa
del Río Aljucén y otras charcas menores son ecosistemas privilegiados para la
cría de la tenca. El Pantano del Tamuja se localiza en un paraje recóndito y es
uno de los sitios privilegiados, aunque poco conocidos, para el avistamiento de
anátidas durante la época invernal.
PATRIMONIO
Dentro del patrimonio artístico
caben destacar monumentos eclesiásticos tales como la Iglesia de la Asunción,
obra barroca del siglo XVIII con restos en el pie de la torre del siglo XVI,
construida generalmente de mampostería, con dos naves en forma de cruz. La
Ermita del Santísimo Cristo del Humilladero del siglo XVIII, de estilo barroco,
en el que generalmente predomina la mampostería. Contiene en su interior un
retablo de increíble vistosidad en el que se encuentra ubicado el Patrón de la
localidad.
Otras iglesias son la Ermita de
la Piedad. La Ermita de San Antonio del siglo XVIII, obra barroca construida de
mampostería. La Ermita de Nuestra Señora Torralba del siglo XVI, construida
generalmente de mampostería y de estilo barroco. En su interior se encuentra un
retablo neogótico del siglo XX en el que se encuentra ubicada la Virgen de
Torralba con Niño en la mano derecha, del siglo XVIII. En este emplazamiento se
celebra el martes siguiente al Domingo de Resurrección una de las fiestas más
importantes de la comarca denominada "La Pica". Entre los monumentos
civiles hay que destacar el antiguo Palacio del Comendador de la Orden de
Santiago, así como las bellas casonas señoriales erigidas por las familias de
grandes propietarios rurales y acaudalados terratenientes, claro ejemplo son la
casa del Regente Bonilla y las casas solariegas en las inmediaciones de la
Plaza Mayor y la Iglesia de La Asunción que evocan su noble pasado.
Como es propio de los núcleos de
la penillanura, su trazado urbanístico lo conforman un entramado de calles
rectas y de notable amplitud. Las muestras de la arquitectura popular nos
presentan sencillas viviendas de dos pisos construidas con mampostería encalada
abriéndose en sus muros vanos adintelados. No obstante, algunos edificios de carácter
solariego evocan el rancio abolengo de su población albergando portadas de
cantería granítica con columnas o pilares, balconadas y pilares de hierro
forjado y referencias heráldicas. La vivienda más antigua de la villa, en las
proximidades de la Iglesia Parroquial, pertenece al siglo XVI.